Ahí


La noche es un pueblo fantasma
que recorro sin prisa,
                   pero muerta de miedo.

Se posan lento
mis ojos como pies,
        en el barro
        de los caminos familiares.

A veces,
solo a veces,
me doy cuenta que mi cuerpo
         está lleno de cascaritas.

Y yo arranco
esos pequeños cadáveres de piel
y los mastico
en secreto.

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