Hay tan poco
Hay un cariño que no nace nunca: solo en la oscuridad.
Hay un suelo que muere al ser regado: el de las esperanzas incumplidas.
Hay un mañana que se esconde detrás del velador: despertar y que no estés ahí.
Hay un embrujo que nadie ignora: el de las miradas.
Hay un perfil de un rostro sin frente: el horizonte.
Hay plazas que son para los que nunca fueron niños: las mejillas asperas del tiempo.
Hay caracoles que naufragan ilesos: vendedores ambulante con sueldo.
Hay enviones para quedarse quietos: abrazos de soledad.
Hay enfermos que curan enfermeras: los caramelos en las tardes de sol.
Hay un papel para cada lapicera: los besos que nadie va a dar primero.
Hay un bigote enfrente a una pared: teclas que fueron creadas para palparse.
Hay humos que hacen aros de tabaco: las lágrimas que odian empañar las miradas.
Hay un hombre frente al espejo: un fósforo encendido baila el último tango.
Hay un suelo que muere al ser regado: el de las esperanzas incumplidas.
Hay un mañana que se esconde detrás del velador: despertar y que no estés ahí.
Hay un embrujo que nadie ignora: el de las miradas.
Hay un perfil de un rostro sin frente: el horizonte.
Hay plazas que son para los que nunca fueron niños: las mejillas asperas del tiempo.
Hay caracoles que naufragan ilesos: vendedores ambulante con sueldo.
Hay enviones para quedarse quietos: abrazos de soledad.
Hay enfermos que curan enfermeras: los caramelos en las tardes de sol.
Hay un papel para cada lapicera: los besos que nadie va a dar primero.
Hay un bigote enfrente a una pared: teclas que fueron creadas para palparse.
Hay humos que hacen aros de tabaco: las lágrimas que odian empañar las miradas.
Hay un hombre frente al espejo: un fósforo encendido baila el último tango.
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