Hagamos de la carencia una música concreta

lunes a las ocho: entrás al lavadero de tu casa 
vaciás el canasto de la ropa 
levantás los jeans 
sacás piedritas de los bolsillos 
el perro trae un hueso entre los dientes 
vos ponés las medias en un balde 
ves flotar el barro en el jabón 
tu cerebro es una incubadora suspendida a diez kilómetros 
frotás los cuellos de las camisas 
las enjuagás 
salís a tenderlas al jardín 
hace frío pero el sol te arde en la frente y en los brazos 
verde a morir adentro de los ojos 
ves los cables 
ves a tu hijo succionando la línea de los anticuerpos 
cantar hasta sacarse el miedo 
cantar no escribir dijo mi madre 
porque las palabras cambian el sentido 



es jueves y escribo por cansancio 
nada en la oscuridad del dormitorio 
me voy por la vereda donde pasean 
las mujeres de mi familia 
abro la puerta para ver la lluvia 
ahora 
atravesar el jardín y encender el motor 
son un movimiento automático 
faroles oscuros vigilan la cuadra 
se comen entre sí 
no es un inventario es un regalo: 
te dejo la campana de hierro 
con su soga de soportar visitas 
y las ramas del paraíso apiladas en la calle 
el ruido está adentro del volante 
subo a la autopista 
toda la ciudad se ve 
desde la ventanilla de mi auto 

de Saquemos a mamá del Cielo, Roxana Palacios

Fragmento del prólogo, por Javier Adúriz 

"...Sí, “saquemos a mamá del cielo”, hagamos bailar a las palabras, porque allá arriba se cambia la memoria. Sí, “esperemos la llegada de papá”, que trae las primicias del poema, la progresiva amalgama de visiones distorsionadas y sin embargo, como “docilidad que se repite”. Hagamos de la carencia una música concreta, porque la vida continúa con la misma furia que la literatura..."



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