Te extraño, Sensei

Pero son tus ojos, el fondo de tus ojos lo que vale. El espíritu que le dicen, la condición de algo. Venga la sombra con su seco alarido. Mude el color, la gracia de este atardecer. A quién le importa. Ahí estás vos, con el perfume de una flor en tus ojos. De una mirada, me secás el cerebro. Perforado, transido, ardiente, luminoso, me llevás por el cielo adonde quieras. Que voy pero que vengo, tan tuyo como de nadie. Solo,
en la sola compañía de tu ser más compañero. Ahí, en el iris tuyo, donde se cuece el mundo.

Fin del partido
La gloria de vivir
Haberte visto
Javier Adúriz

Comentarios

  1. volvió a clarear de a poquito
    y me levanté de la hundida cama :)

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