Una canción que me deja temblando



Soy de la orilla brava del agua turbia y la correntada 
que baja hermosa por su barrosa profundidad; 
soy un paisano serio, soy gente del remanso Valerio 
que es donde el cielo remonta el vuelo en el Paraná. 

Tengo el color del río y su misma voz en mi canto sigo, 
el agua mansa y su suave danza en el corazón; 
pero a veces oscura va turbulenta en la ciega hondura 
y se hace brillo en este cuchillo de pescador. 

Cristo de las redes, no nos abandones 
y en los espineles déjanos tus dones. 

No pienses que nos perdiste, es que la pobreza nos pone tristes, 
la sangre tensa y uno no piensa más que en morir; 
agua del río viejo llevate pronto este canto lejos 
que está aclarando y vamos pescando para vivir. 

Llevo mi sombra alerta sobre la escama del agua abierta 
y en el reposo vertiginoso del espinel 
sueño que alzo la proa y subo a la luna en la canoa 
y allí descanso hecha un remanso mi propia piel. 

Calma de mis dolores, ay, Cristo de los pescadores, 
dile a mi amada que está apenada esperándome 
que ando pensando en ella mientras voy vadeando las estrellas, 
que el río está bravo y estoy cansado para volver. 

Cristo de las redes, no nos abandones 
y en los espineles déjanos tus dones.

Letra: JORGE FANDERMOLE

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