Insondable






Barro, chispas y un par de ojos agrietados,
                            la nuca al filo del cordón.

Vos me dijiste
un número,
                  el cómo y el cuándo yuxtapuestos
 y el colectivo sin amagues embistió.

¿Qué mira, señora, escondida detrás de la espaldita de su hijo a upa?
¿Y vos, pibe? Te ví como bajabas el volume del mp3.

Ahora vichan de reojo,
se desbocan
mojan sus costillas en el morbo, tu sangre.

Y yo, tardía en asombro,
empuño la mirada:
juro que algún día asesinaré sus perdones,
                          aunque sean insondables.


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