Caza/miento



La palabra casamiento suena fea. Me suena a cazar y a miento de mentir. Estar cazado en una mentira. Me da miedo y rechazo. No puedo verlo de otra manera. Estar cazado, preso de algo de lo cual no hay escapatoria. Es difícil imagina un futuro felíz así. Se que a los 20 años tener este tipo de pensamientos es desesperanzador, pero lo creo así. Cazarse con una persona, con una cosa, con un estilo de vida, no lo siento una elección personal, sino más bien un mandato que no sale tanto de la razón o el corazón, sino del miedo, la conveniencia o alguna otra causa oculta.


Prefiero llamarle “unión conyugal”, por compleja y aburrida que suene la construcción. Dos personas que tiran de un mismo yugo. Que eligen vivir tirando con esfuerzo un carro que carga con eso que ambos consideran lo más importante, lo más valioso. Querer unir la propia vida a la de otra persona es un acto de valentía. Implica esfuerzo, porque el amor no es un sentimiento, sino más bien un acto de la voluntad. Porque amar en definitiva es poner por delante de uno al otro. Casarse por amor es plasmar este gesto todos los días, a pesar de la rutina, los cambios de humor, los momentos difíciles de la vida y las miserias de la personalidad propia. Por eso, quizás no muchos se casen y muchos se cazan. Porque no entienden el significado esencial de la palabra, la naturaleza verdadera del acto. No sé, yo tampoco lo termino de entender del todo.

No veo el matrimonio como una institución, creo que pensarlo así se convierte en algo que cristaliza y termina por pudrirse, porque lo pétreo no respira. El unirse como cónyuges, en cambio, es un pacto de común acuerdo que crece y evoluciona en el tiempo. Es un organismo vivo que falla, cae y se levanta, al mismo tiempo que los integrantes de la pareja. Tiene más implícitos que explícitos, tiene más aprendizaje que logros, más sorpresas que expectativas cumplidas en tiempo y forma.


Por el momento, falta mucho para que me case. Sin embargo, pienso mucho en el tema. Todos los días de alguna manera se nos plantea un casamiento diferente. Las situaciones cotidiana nos seducen y está en nosotros dejarnos cazar por una mentira o unirnos a una causa y tirar voluntariamente de ese yugo.

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