Croto / Javier Adúriz
Verdadero revolucionario
arrastrás basura
por la vereda de la repartición.
Qué diestro sos en armar
recovecos útiles
donde abrochar tu bragueta
con un piolín.
Maestro sucio
que sueña
con una sonrisa en la ruina,
con el puño por almohada,
la panza hinchada y los pies
perfectamente calzados
de realidad.
Si un extraño vacilante
abre el boquete,
sólo tu ojo
mira,
(oh artista
de las bolsas y la lona casual),
pupila fofa entre dos hemisferios,
algo muy tuyo imparcialmente
j
u
z
g
a.
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