¡Jugado, che!

Carta de Friedrich Nietzsche a Lou Salome, Diciembre 1882

Lou:
Que yo sufra mucho carece de importancia comparado con el problema de
que no seas capaz, mi querida Lou, de reencontrarte a ti misma.
Nunca he conocido a una persona más pobre que tu:
Ignorante pero con mucho ingenio
Capaz de aprovechar al máximo lo que conoce
Sin gusto pero ingenua respecto de esta carencia
Sincera y justa en minucias, por tozudez en general
En una escala mayor, en la actitud total hacia la vida:
Insincera
Sin la menor sensibilidad para dar o recibir.
Carente de espíritu e incapaz de amar
En afectos, siempre enferma y al borde de la locura
Sin agradecimiento, sin vergüenza hacia sus benefactores…
En particular:
Nada fiable
De mal comportamiento
Grosera en cuestiones de honor…
Un cerebro con incipientes indicios de alma
El carácter de un gato: el depredador disfrazado de animal doméstico
Nobleza como reminiscencia del trato con personas más nobles
Fuerte voluntad pero no un gran objeto
Sin diligencia ni pureza
Sensualidad cruelmente desplazada
Egoísmo infantil como resultado de atrofia y retraso sexual
Sin amor por las personas pero enamorada de Dios
Con necesidad de expansión
Astuta, llena de autodominio ante la sexualidad masculina.
Tuyo
F.N (Friedrich Nietzsche)

¿Esto comprobaría que del odio al amor hay un par de cuadras? No sé, me suena muy cliché. Lo que sí creo es que el asunto es muy curioso. Nietzche se volvió completamente loco por Lou Salomé e hizó pública su misoginia (odio a las mujeres), sin embargo, si bien le dijo a Lou un par de cosas copadas sobre su forma de ser, terminó la lista de cumplidos con un "tuyo". Lou Salomé era la persona "más pobre" que conocía Nietzche, y a pesar de esto él no podía dejar de admitir que le pertenecía. Tal vez, no todo él, pero sí su corazón. Acá no es que me ponga cursilonga, pero hay algo que me copa del romanticismo viejo, que hoy a muchos causa nauseas. Eso de hablar tanto del "corazón" tiene algo que está piola. El corazón, en definitiva, es una figura retórica -la parte por el todo- y estos tipos, los "románticos" o los viejos -no me quiero meter en épocas y años- eran bastante más jugaditos que los tipos de ahora. Tipos y minas, no generalizó, ni le doy solo a los hombres. Para ellos el corazón era lo más importante, lo que valía la pena. Lo que digo es que al decir "mi corazón es tuyo" o alguna barrabasada por el estilo, decían: "che, tomá te doy lo más importante que tengo, te doy mi núcleo, mi principio vital, eso que sin me muero. Es heavy, ¿no? ¿Qué somos capaces de dar hoy al otro? ¿Tiempo, oído, ojos? Ni hablar de darnos a nosotros mismo, ¿no? Pero volvamos a Nietzsche. Algo inexplicable lo movía hacia esa "grosera en cuestiones de honor", "depredadora disfrazada de animal doméstico", egoísta infantil y retrasada sexualmente. Y el tipo se lo decía. "Sos lo peor, pero soy tuyo." Jugado, che. A veces me pregunto si podemos luchar contra estas cosas. O si vale la pena. Si mal nos hará alejarnos o más mal nos hará quedarnos cerca de estos "monstruos amados".  ¿Somos capaces de enumerar, como Nietzsche, todo lo que no nos gusta del otro y aceptar que, a pesar de esas cosas, somos inevitablemente "suyos"? Es algo doloroso, ¿no es cierto? Quizás, atenta un poco contra nuestro orgullo. Ojo, también es posible correr la mirada y mentirnos. Pero, ¿cuento tiempo se puede pretender que se tiene al lado a la persona ideal si en el fondo algo nos dice que no es así? Vivir en la mentira o en la verdad, esa termina siempre siendo la cuestión. Tarde o temprano vamos a encontrar al ogro duchandose en el baño mientras nos cepillamos los dientes y va a ser insoportable.  

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