The last puchou (2:21 AM del 10/04/2012)

Qué lindo es encontrar en el bolsillo de un pantalón
no monedas, ni billetes, ni caramelos,
ni algo que nos recuerde a alguna persona del pasado,
lo heróico, lo inconmensurablemente gratificante
-milagro y resurrección-
es encontrarse un pucho aplastado.
Medio pucho, si quieren, algo fumable
para esas madrugadas solitarias
donde el trabajo desborda tedioso.
Guarda, ese montoncito de tabacco lúmpen
no se fuma como cualquier cigarro.
Huerfano, se lo mira con cariño
que nace en la aguda abstinencia
y perdura hasta la última pitada.
Prenderlo con sumo cuidado,
acunándolo entre los dedos como un dios
y pitar con el cuerpo entero,
amortiguando las ganas,
así se fuma the last puchou.
En el silencio de los silencio de la noche,
cuando todos duermen y no sienten el frio,
ese abandonado se convierte,
sin quererlo,
en un manantial de caricias al alma.

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