taxi
Volanteás
bajás un cambio y subís dos
tu taxi avanza entre las grietas del cemento
como despabilándote
Fumás al soltar el acelerador
a tus pasajeros les molesta el humo
pero no lo apagás
porque ese pucho
apagaría otras cosas.
La mosca y la sopa es lejos el mejor
las del Indio son poesía, me decís
hablás de los Redondos,
y tus ojos por el retrovisor
se van cargando de emoción
están mojados y brillantes
y me contás de las misas,
de los rituales, de tu hermana
que salió con no se quién pero antes
me lo había contado todo tu llavero.
con las iniciales de Patricio Rey.
Amarillo en el semáforo
y no acelerás
vamos por la mitad de Pueyrredón.
Sin ver, siento que pisas el freno
para seguir charlando un poco más.
Llegamos tranquilos a la cebra
tus muslos se relajan y acomodándote el pelo
hacés la pregunta pertinente.
Solo sé escribir, te digo,
también me gusta mucho leer
tu ceja sube y al pasar soltás:
yo leo El principito,
dos o tres veces por semana.
Callo ante tu confesión
y el remate me sacude:
es que está lleno de moralejas, ¿viste?
La palabra moraleja me lleva a otro lugar
unos doce años atrás,
una clase de lengua en la primaria
Aún rumiando el recuerdo,
te digo que nunca leí nada más de una vez
Tu consejo es simple y con toda humildad:
dejalo siempre en la mesita de luz.
A veces pienso dónde estará eso que leí una vez,
infinitas palabras que se van,
siguen de largo como los pasajeros de un taxi
vos en cambio decís que rayás
con una llave las frases del único libro
que sabés leer. Con con justa fuerza hundís el metal
en la madera del respaldo de tu cama,
esas moralejas las hundís también
en la superficie blanda de tu corazón.
gracias
ResponderEliminarpor este viaje
por esta eternidad
gracias
muy bueno Ju,
ResponderEliminartu enano.