Postales del verano

1.
Íbamos a La Colmena
esa casita perdida en La Barra.
Íbamos con diecisiete y con miedo,
habían muchos pibes uruguayos y mucho alcohol.
Cuando llegábamos saludabamos a cada uno con un beso
la poca luz hacía todas las caras iguales, todos los besos iguales.
Nuestros cachetes se cansaban y comenzábamos a charlar.
Siempre habían palabras nuevas, formas de decir diferentes
y algunos pibes nos gustaban más que otros.

2.
En La Colmena todas aprendimos a besar.
Eran besos orientales al ritmo de olas bravas,
también habían besos mansos y “acaramelados”.
Todas queríamos tener una historia de amor
 “cruzando el charco”
en La Colmena el miedo a la distancia se hacía chiquito
y jugábamos para tomar más y enamorarnos menos.

2.
Una madrugada camino a la casita me abrazaste
por primera vez sentí el peso de tu cuerpo sobre el mio
 y entendí que ni el sol ni la luna estaban tan lejos
como nuestras vidas
vos en Montevideo y yo en Buenos Aires
caminando bajo tu abrazo también supe que siempre
 voy a vivir en tu memoria aunque ni te acuerdes
de ese camino.

3.
Te gustaban los beldent de frutos verdes y yo los compraba
para convidarte y que sea casualidad. 
Te quejabas del gusto a pucho mi boca
pero igual nos besábamos. Lo que más me gustaba
era cuando me besabas en la frente.
Con vos no iba eso de la galantería. ‘No le pago un trago adentro del boliche a nadie’,
me dijiste el día que te conocí.  
Lástima que no vendían tragos de valentía, yo te hubiese pagado uno.
Pero vos ya estabas ebrio de ausencias y te asustaba
el hueco que yo quería llenar.

4.
Al final de una noche, Aldi estaba afónica y dijo “me quedé sin voz”
yo andaba cerca y escuché al Mattos retrucarle: “Acá estoy, mi amor,
no estás sola”. Nos reímos hasta hoy de esa anéctoda. Pero ese día
supimos cuánto extrañaríamos ese trato romanticón.

5.
¿Dónde estás y porqué todavía quiero enamorarte?

6.
El río de la plata es un charco lleno de puentes. 
De un lado a otro
cruzan historias y miradas. No es un decir 
eso de que los de acá y los de allá somos hermanos.
Cuando hay un lugar común y se comparte
la misma nostalgia, se teje un lazo de carne, 
hueso y momentos. 
A Tomi y a mi nos gusta recordarnos chicos e imaginarnos viejos, 
charlando en una casita uruguaya, cada uno con sus hijos.
Ambos esperamos algo y nos gusta mirar el paso del tiempo. 
Los dos queremos a La Colmena
y ese sentir fuerte nos hace hermanos. 

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