III-COMMUNIO
4.
Incensar la tarde con lo que apronta el corazón.
El corazón, como el muelle donde andan, dormidos,
raros marsupiales. O el tipo aquel, de la bufanda.
Y el corazón, donde un rostro de mujer se estira,
hecho de humo en alborada, allá, contra un cielo
poroso aún, esponjado; espalda de desierta mañana.
El corazón con el crujido de un mueble o de un libro.
El corazón, la gastada palabra, la lavada palabra.
El corazón, abierto a las rutinas industriales,
al costillar de los hechos; el corazón que cuenta las costillas.
Incensar la tarde, limpiar el rincón, tender la cama.
Jorge Aulicino - Hostias
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