De golpe, el patio se llenó de humo, olor a leña.
Es el mediodía de un domingo cualquiera.
En la casa de al lado
pusieron un cassette de murga
y dos hombres discuten la formación
de Nacional y Peñarol,
mientras un nene hace picar
una pelota contra la medianera.
Lucas, desde la cocina, me hace señas
si quiero mate y yo le muestro
el Cerrito, ofreciéndole fumar.
Es esta paz que me cautiva
de Montevideo, la calma
que se hace notar
invisible
como sin querer.
Bartolo/me cautiva
Frescura
jueves
tutta
Comés choclo en un puesto
de calle, le hincás
el diente; y el exceso
de rouge queda
en los grano brillantes
por la manteca; devorás
como una fiera enjaulada
en laycra animal print.
Este choclo es un tiempo
para vos, que vendés el resto
a ellos sobre el colchón. Ahí
hay otro hambre y el volumen
de tus caderas los confunde;
esconde tu amor cada vez
más chico, tamaño maíz
que noche a noche, se desgrana
y queda desnudo; puro hueso.
Y esto es irreversible.
de calle, le hincás
el diente; y el exceso
de rouge queda
en los grano brillantes
por la manteca; devorás
como una fiera enjaulada
en laycra animal print.
Este choclo es un tiempo
para vos, que vendés el resto
a ellos sobre el colchón. Ahí
hay otro hambre y el volumen
de tus caderas los confunde;
esconde tu amor cada vez
más chico, tamaño maíz
que noche a noche, se desgrana
y queda desnudo; puro hueso.
Y esto es irreversible.
martes
Lo impuro en Parque Rodó
Esto es una
resaca
de los que
nos pasó.
Alguien
grafiteó la pared de nuestro encuentro
la rayó, es puro entrevero de sentido
Huellitas
en frascos, palabras en latas de conserva.
Yo una mujer
descuartizada.
Vos el
hombre de la barba hasta los ojos,
de las mil caras.
esta es una
resaca de máscaras: un sueño quebrado
por darse
con galletitas y escaviar alcohol etílico.
Los peces
con los anzuelos en ronda, así la mesa del bar de Ciudad Vieja,
y viejos
son esos patrones de conducta que detecto; viejos
y
carcelarios
como tus ojos opacos.
La cama
está llena de sombras de colores
y yo tengo
la tetas de mamá
por
arrancarte de la cama
casi me
descuerpo. No sos uno
de los
buenos muchachos; En mi sueño
no estaba
prevista la sinfonía de ruidos de tu panza.
La
diferencia es que vos no soñás porque vivís dormido.
Así este
cuadro.
Soportar la
ausencia
de comodidad
eso es la resaca; caminar
por la
rambla de un recuerdo,
la resistencia.
miércoles
martes
gurí
Antes de que se fuera para siempre, su madre, desde la puerta, sosteniendo un helado de palito, que chorreaba, frutilla líquida, le dijo: Un buen amor vive en estado de necesidad.
Los gurises de la plaza de Lavalleja comentaban que estaba engualichado por una noviecita. Su abuela le dio un beso en la frente y le hizo la señal de la cruz.
A fines de junio, le fueron incautados varios objetos:
tres garrafas de tres kilos, un farol, un cargador
de celular, varias prendas de vestir y ropa
de cama, a pesar de que nadie
los había denunciado.
Serían ofrendas para el 2 de febrero, el día de Ienmanjá.
La noche del robo fue a la playa a mirar el eclipse y rezarle a la Donha Janaína. Cuando la Tierra se estacionara entre el Sol y la luna, pasaría de color hueso a color sangre.
La chica del tiempo lo había anunciado: las fases iniciales –penumbral y parcial- de la luna roja, asomarían a las 6.15 am en Montevideo, horario de verano, y 5.15 am, en Buenos Aires. Europa no vería nada porque en sus coordenadas se genera un cono de sombra. Esto lo puso contento y encendió una tuca diminuta que guardaba en el bolsillo de la camisa. Las estrellas estaban que explotaban.
Sentado en un médano, con mucha oscuridad abrazándolo, recordó la frase de Mateo: la música es Alquimia. Y sus manos comenzaron a buscar en sus muslos un ritmo, como un rezo, pequeños golpecitos sincronizados, rasteaban a un ritmo que se bailara, chocando sus palma con la piel fría, compuso un ritmo
como un rezo que se bailara en la luna.
La separación es todo lo que se necesita para conocer el infierno, había escuchado decir a unos viejos en la esquina de Paullier y Castro Barro. La luna fracturada y rojiza le hizo pensar en ese infierno.
Después bostezó con frío y el viento le arrimó una hoja de diario para taparse. No leyó por falta de luz,
pero el titular decía:
Peruanas matan a abuelos
de amor.
sábado
una historia
Una vez pienso:
dentro de
esta ciudad sé que late alguien
que dio besos intransferibles
lo busco, lo encuentro, lo pierdo
con ritmo de rinoceronte, lo sigo buscando
algunas veces, digo: 'ay, ya casi lo palpo'
el diario no habla de él,
no dice que sabe de abrazar, de mesclar la piel.
tomo café en el balcón, son las 7
fumo
guardo las bufandas de colores en la baulera
cobró y pierdo el monedero, odio la plata
para resumir:
hubo dos años largos en el medio,
en los que estuvimos en transito hacia el primer abrazo
murió mi jardín
nació mi jardín
muchas veces
Hasta que nos subimos al taxi, la tintorería de Yufán,
y 'nunca se apagó el saumerio del living'.
ya estamos juntos.
miércoles
hober y loly
Por azar, me topé con este videíto casero en youtube. Los sujetos que hacen música en él son bien conocidos. Hober y Loly, dos personajes entrañables de mi verano en Rocha. El primero, es la boina apenas caída, la mirada tímida y una voz acaramelada y mansa como un cambio de marea. Tiene tintes drexlerianos fusionados con el susurro anónimo que se oye al fondo de un toque de candombe. El segundo, el Loly, tiene fuego en las manos y los ojos más llenos de furia que ví en mi vida. Yo estaba ahí, la noche en que sus uñas de acrílico -las naturales hacía rato se habían muerto de tanto darle a las cuerdas en los metros de barcelona- se estallaron en pleno show. No hay poesía en eso. El tipo tocaba con todo el cuerpo, hasta las últimas consecuencia... Ambos son oriundos del Chuy y se habían venido para Punta del Diablo a inundar la aldea de música. Ese era su estribillo en eterno bis: como hombres fieles al mar, todos los días salían a la pesca de oídos. Pasaditas las ocho, cuando el cielo se teñía de unos rojos violáceos que daban calambre, apuraban los últimos mates y levantaban vuelo. Tengo la imagen nítida de cuando se perdían por las callecitas de tierra camino al centro. Dos cuerpos con las guitarras tatuadas al hombro, siempre en fuga en busca de un buen sitio donde hacer ruido...
Tiempo después, descubrí que a Hober se lo puede escuchar por acá; y al Loly, intuyo, que en una calle perdida por algún rincón del mundo. Anticipo que en este video viene con los comentarios de quienes los filmaron de yapa. No sé quienes son. Sí, todo es muy naturalista... como estos dos locos, que no sabían de pose, sino que eran puro arte y espontaneidad.
Tiempo después, descubrí que a Hober se lo puede escuchar por acá; y al Loly, intuyo, que en una calle perdida por algún rincón del mundo. Anticipo que en este video viene con los comentarios de quienes los filmaron de yapa. No sé quienes son. Sí, todo es muy naturalista... como estos dos locos, que no sabían de pose, sino que eran puro arte y espontaneidad.
martes
ducha
1.
Al ducharme bajan
por entre
los diminutos
pelos de mi
cuerpo
infinitas
mujeres
veo deslizarse corriente
abajo sus pensamientos,
sus deseos hechos
sus deseos hechos
burbujas.
Me los enjuago.
2.
Por mi
ducha caen
también las
lagrimas
y el sudor
de mis
vecinos de arriba
Lo mío se
suma a eso y sigue bajando.
Esa es la verdadera reunión de
consorcio.
puntos de vista
El fumar en el hogar daña a los niños y voce está aquí,
dos carteles delante de su cara y usted pura indiferencia.
Sin embargo, el joven que miró durante toda su estadía en el Lido
Mediterrané
cuatro estrellas ya se fue. Recién partió.
A él sí una atención infinita
mente inútil; pues no cruzaron ni una sola palabra. Solo
hicieron sapito
A él sí una atención infinita
mente inútil; pues no cruzaron ni una sola palabra. Solo
hicieron sapito
en la
orilla, una tarde,
en silencio. El agua apenas por
en silencio. El agua apenas por
arriba de la cintura y los ojos clavados en el
horizonte,
llenos de pudor. Si se miraron de reojo en algún momento,
será eterno
misterio. Porque
acaso,
¿no son eso las vacaciones?
¿un engordar
de placeres y desencuentros?
roadmovie
Era lo
suficientemente tarde para improvisar maniobras
marcha
atrás o buscar algún tipo de motel mental.
Tampoco
estábamos de ánimo para frenar con cautela
a la vera de la ruta y consultar un mapa hecho
migas.
Soñolientos,
queríamos llegar al centro del universo.
¿Era tan difícil? Deseábamos quemar la minivan
frente
al verdadero
ministerio del amor. Así y todo, nos entregamos
a la humedad
oscura del túnel, la luz al final como única
salvación,
como norte. Acaso hubiésemos preguntado
a un nativo lunar, a un cara de gato, pero no.
El precipio de la duda
era lindo
en demasía y las decisiones tembleque en cada bifurcación
nos iban
tallando con ternura. Nada de parquear la conciencia,
atrás quedaban los huéspedes de la pena
culposa.
Con
sombrilla cerrada en el capó y un buen set de pelota inflable
y paletas, ni los saltamontes galácticos, ni
la lluvia de oro peruano
podría contra nosotros. Somos un tipo y una
tipa común, dijiste.
Tipos
comunes que queremos acercarnos al coso de los dioses,
al templo
de los cositos, dije silbando bajito. Mientras, en la estación
de servicio
que habíamos pasado hace apenas tanto, una maestra
y dos
carniceros discutían sobre las guerra veganas y la trilogía del brócolí,
escrito con doble acento. Ya nada, ya todo.
Nadie nos avisó
la cantidad
de lavandina necesaria para vaciar de gérmenes un corazón.
No importa,
pensamos telepaticamente en silencio. Tampoco fue necesario
sacarse a Shakira de la asotea o baldear la
lengua de tanta canción romántica
de radio. Ahora
nos quedaría aguantar un tiempo, algo parecido
a recibir
mil inyecciones de nada o estar echado por horas en el sillón del living
un domingo
feriado, hasta que sea lunes.
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