Frescura

Frescura
Pero el ruido del mar no se comprende, / se desploma continuamente, insiste / una y otra vez, con un cansancio / con una voz borrosa y desganada.... [Circe Maia, 1932]

martes

Sea odi

Te comiste las vacas de Helios, el Sol, hijo de Hiperión;
Hay un vértigo natural en eso, como cruzar las vías del San Martín
a las 4 de la mañana. O darse cuerda, digo cuenta de que 
lo que cuesta del amor es que tiene a otro
involucrado. Mientras tanto, todos perecen por sus propias
locuras. Es como un caminar rodeando una gran montaña con
el amante –el extraño que trae el caos-. Este permanentemente
nos lleva contra la cornisa, nos hace ver
el precipicio y padecer en el ánimo
gran número de trabajos. Tironea, saca de eje,
hace zigzaguear. ¡Oh, diosa, hija de Zeus! 
Sería un posible
grito. Así es amar alguien. No voy
a decir lo bueno de dejarse sarandear,
porque no lo sé todavía.
Otra vez pienso en destruir el sacro barrio Rawson
en Agronomía, como si fuera la mismisima Troya;
ya sé, es tu Ítaca, pero a mí no me parece
tan insensato. Lo lo pienso todos los días.
Necesito entrar en un abrazo extraño.
O que me cuenten una historia, aunque no sea más que una parte de
tal cosa. Por ejemplo, cuál es la edad en que los hombres y
las mujeres se transforman en sus padres o
como se ve el queso roquefort en una radiografía
o qué queda cuando ya vertimos todo el contenido
de una botella desde la proa del Titanic...
Una historia de consecuencias visibles.
Porque los peores miedo siempre están en la
anticipación. Lo digo después de quince 
días de vagar errante, llena de vapores
y besos subastados. Lo digo, porque yo misma
lo divisé en la playa:
era un oragután surcoreano con el caos desgranándose
en los ojos, la voz llena de arpegios y la boca
más sonreidora que vi en mi vida.
“Si no hay acto de creación, no hay amor”,
me dijo con palabras quietas. Recién ahí
emprendí la vuelta a mi Ítaca en Villa del Parque.
Tomé el 110 hermosamente y empecé a saborear
el té frío que me prepararía al llegar a casa:
lo que está frío y fue caliente podría reconfortarme
de tantas epifanía surcoreanas. La cosa es que
decidí dormir durante el viaje en bondi, para dejar
de ser yo por un rato. Pero imposible pretender
escapar de tal Odisea. No todos los días se conoce
a un orangután surcoreano con capacidad de ternura infinita.




lunes

Recorte



Estaba en Uruguay. Me había ido un tiempo sola. Después de varios días sin tele, ni internet, agarré la bici y fui al centro de San Rafael a comprarme el diario. Era un mediodía de mucho sol y brisa salada, así que pedaleé rápido y me fui a leerlo a la rambla.

Entre turistas que se sacaban fotos y hacían barullo en otros idiomas, leí la noticia y me largué a llorar. Gabo se fue, me dije. Y nadie escuchó. Con El Observador bajo el brazo, recordé cuando me compré mi primer libro de él, Memorias de mis putas tristes. Alguien que no recuerdo me dijo: no podés leer eso de García Márquez. Y por supuesto, me enojé y lo leí con más pasión que cualquier otro libro. Siempre me gusto el lado B de los monstruos de la literatura. Y en esa novelita encontré al Gabo mío, mi Gabo, al tipo que hablaba de lo que a mi me interesaba. 

El libro cuenta el amor de un hombre grande por una prostituta. Será algo trivial, sí, puede ser. "Trivial" justamente proviene de la condición de las antiguas mujeres que se paraban en la intersección de tres caminos para esperar un hombre, no importe de donde viniese. Trivial, hay veces que me gusta lo trivial. De algún modo, así estaba yo cuando me enteré de la ida de Gabo. No esperaba a un hombre, pero sí un significado, algo porqué llorar, porqué sentir. 

Las personas que están de vacaciones viven en un limbo donde no existen las variables de la vida real. Muerte, enfermedades, peleas, robos... Las vacaciones son un tiempo finito y perfecto. Una farsa. Y en el medio de todo eso, estaba yo y la muerte de Gabo.

Hice el duelo mirando el mar, rodeada esas personas y sus vacaciones. Me armé un cigarro, lo prendí y lo hice serena, como si estuviese sola en el mundo. Es así, cuando me entero de la ida de un escritor me cuestiono mi escritura, mi legado de letras, a dónde quiero llegar con lo que escribo. La ida de ellos me hace pensar en mi llegada al mundo de la literatura. Por eso, estaba demasiado ensimismada y no escuché la voz de una brasilera me pidió que le saque una foto. La mujer se asustó porque no respondía y me zamarreó del hombro.   

No recuerdo mucho más de ese día. Calculo que siguió como todos días que uno se entera que alguien muere. Fui a la playa, tomé maté, leí...nada fuera de lo común. Creo que eso es lo más terrible de todo. Darse cuenta que después de una muerte todo sigue igual. 


viernes





abajo del traje
se sobrevive
un hombre

el pucho sobre el dedo
el brazo sobre el apoyabrazos
el vicio sobre la humanidad

Entre bocanadas
se va tu vida
el gran negocio

la ciudad y la perciana
son lo mismo:
la pared diaria.

El sacrificio conyugal
te vuelve un angel
que vive dos mundos











nácar tu piel
dormida tenés
el rostro de un dios

amasar las penumbras
flotando en agua
eso es amar

sumergidos en drama
nada asesina mejor
que el silencio

agua nipona
ojos lombrices
juego en la tina
arigató arigató



Tu cuerpo de princesa
intoxicado en la orilla
no es un cuento de Disney.


Verte así llena de petróleo
es una mierda
Obviemos lo terapético

jueves

poemas en sedas hechos canción

Entre 1973 y 1985 Mauricio Rosencof vivió encerrado en un pozo como preso político de la dictadura uruguaya. Para vencer al tiempo y a la demencia, escribía sus poemas donde podía: en papeles de cigarrillo, por ejemplo. Así, clandestinamente, entre la oscuridad y las paredes húmedas del calabozo donde pasó casi 12 años encerrado y sin ver el sol, escribió los poemas del libro “La Margarita”. Tiempo después, Jaime Roos les puso música a esos poemas y los editó en el disco que lleva el mismo nombre. 



Historias






La historia de dos que se amaron
cae aquí, igual que la cucaracha
muere de envés.

Arrojamos cadenas de deseos al universo.

Quien haya visto girar la tierra,
su pelota loca sobre un solo sentido,
temerá más el batir de los rayos de las antiguas historias cayendo en el presente.
La unidad mutada,
la sentencia que puede enlazar la muerte de un limonero,
el canto de un zorzal, un niño en las estaciones, un número abandonado.

Siempre es mayor lo que no puede ser.
Y despierta con sus clavos nuestros días.

Las historias imposibles están en todos los sitios,
mendigan tu día, tus hijos y tus muertos.
Van en dirección horizontal igual a los fantasmas
o la mirada de los ancianos.

Indefensas, son tus huérfanas,
la causa del vacío que crías algunas tardes.

Las aguas del bautismo no las curan.

Todo lo que no ames se dispara al mundo
para que alguien lo recoja.
No amar es clausurar un niño
quitarle el hombre.


Maria Julia Magistratti, Azul, prov de Buenos Aires, 14 de junio 1976

lunes






consejos al joven poeta

me parece sobre todo / que hay que estar atento
mientras ocupa tu atención la lluvia / otra lluvia
tu aburrido trabajo / el martillo la pinza el deber
a lo invisible que existe / que persiste
impostergable / a lo otro que sigue y acontece
sin atender al eco / del tráfago ensordecedor
o ponerlo en su lugar

Fabián O. Iriarte

domingo

delta

Mejor hablemos de las personas,
escucho vestigios de un pronóstico
reservado. El clima, enrarecido
para manejar un barco errante.
No quiero fronteras, mejor;
solo crítica implacable a los
detalles ocultos. El Delta
en puro descontrol: el agua
del río bastarda. ¡Falta un plan,
ciudadano del mundo!
La metafísica peste
tuvo una cita emocional.

¿Un posible conjuro para librarse de un enjambre de abejas?

Vos me preguntás de conjuros, yo te voy a hablar de magia. Pero de una magia que no tiene repetición, de un suceder sin fórmula, ni posible reincidencia. Es que los hombres y las mujeres se la pasan buscando una receta. Para aprender a toser sin hacer demasiado ruido, para cazar mariposas tomándolas de ambas alas a la vez, para amar dignamente a alguien. Pura fórmula, puro paso a paso, causa y consecuencia, pura lógica requetesúper masticada. Qué curiosa esta costumbre de los hombres y de las mujeres, ¿no? Porque basta con pensar, con ponerse a contemplar lo más simplón de la vida para darse cuenta que cada día es irremediablemente distinto. Cada instante es inclonable, irrepetible, inigualable, in…in….in…. Y ahí están los hombres y las mujeres buscando conjuros, técnicas para, malditas técnicas para repetir malditos instantes de dicha. Como que su equipo favorito meta un gol, o que la linea de colectivos que suelen tomar no esté de paro, o que la pinza del juego electrónico efectivamente pesque el osito de peluche que quieren regalar a su sobrino, o que puedan amar dignamente a alguien. ¿Por qué, por qué los hombres y las mujeres no hacen todo lo contrario? ¿Por qué nadie nunca dijo que repetir es la fórmula más probable para fallar? ¿Por qué lo nuevo, lo exótico, lo primerizo no es regla? Crear, hombres y mujeres, crear es la clave. Ser creativo es el mejor conjuro para ser libre del conjuro. Porque somos seres de tiempo y el tiempo está en constante recambio. Porque ahora está muriendo el minuto, una gota de mar, una escama de tu piel. Porque ahora está naciendo el minuto, una gota de mar, una escama de tu piel. Morir y nacer, no hay repetición en eso, sino un constante recrearse. Vivir es un acto de creación. ¿Y vos me preguntás un posible conjuro para librarse de un enjambre de abejas? Yo te hablo de magia. Y cuando digo magia, te hablo hablo de ilusiones. De crear ilusiones. Para toser sin hacer demasiado ruido, debes crear una ilusión. Para cazar mariposas tomándolas de ambas alas a la vez, debes crear una ilusión. Para amar dignamente a alguien, debes crear una ilusión. Para que todo esto funciones, debes creer en esa ilusión. Solo así, toser sin hacer demasiado ruido, será un acto de creación. Solo así, cazar mariposas tomándolas de ambas alas a la vez, será un acto de creación. Solo así, amar dignamente a alguien será un acto de creación.