Frescura

Frescura
Pero el ruido del mar no se comprende, / se desploma continuamente, insiste / una y otra vez, con un cansancio / con una voz borrosa y desganada.... [Circe Maia, 1932]

miércoles

Sharon Olds


El pene del papa
Cuelga en lo profundo de su bata,
un delicado badajo en el centro de una campana.
Se mueve cuando él se mueve, como un pez fantasmal
en un halo de algas plateadas, con el pelo ondeante
en medio de la oscuridad y el calor.
Y en la noche, mientras los ojos duermen, él se levanta
para alabar a Dios.

***
Ahora que entiendo,
quiero pensar en tu terror:
entre tus piernas, una niña loca de amor;
el cuerpo largo, fresco, joven, delgado
como pastillas de jabón; los pechos redondos y elevados,
burbujas opalescentes; dieciocho años, nunca antes tocada.
Quiero entender tu terror ahora,
la forma en que la tomaste
y la desfloraste como limpiando un pez,
la conversación de esposa al irte en la mañana.
Ahora que conozco el miedo del amor
quiero pensar en su cuerpo blanco y caliente
como un pez verdoso recién llegado a tierra
que se agita y se da golpes contra las rocas.
Cayó en tu regazo, temblando igual que tu pene,
una mujer enloquecida de amor, con el calor
de un libro recién impreso, tan aguda
como una herramienta nunca usada.
Ardía en tus muslos y todo lo que pudiste
hacer fue hurgar en su cereza
como sacando a un caracol de su oscura concha
y luego tirarla lejos. Me asombra el terror dispuesto
a perder tanto, me enamora la niña
entregada que fue hasta ti y te dio su ofrenda,
la carne delicada, como un festín
en una bandeja –sí, sí,
acepto el obsequio.


Adolescencia
Cuando pienso en mi adolescencia,
pienso en el baño de aquel sórdido hotel
al que me llevaba mi novio en San Francisco.
Nunca había visto un baño así:
no tenía cortinas, ni toallas, ni espejo, solo
un lavamanos verde por la suciedad
y un inodoro amarillento, color óxido
–como algo en un experimento científico
donde se cultivan las plagas en los cuencos–.
En ese entonces el sexo era todavía un crimen.
Salía de mi residencia universitaria
hacia un destino falso,
me registraba en la posada con un nombre falso,
atravesaba el vestíbulo hasta ese baño
y me encerraba.
No lograba aprender a ponerme el diafragma,
lo decoraba como un ponqué con espermicida brillante
y me agachaba; se me caía de los dedos
y viajaba hasta una esquina,
para aterrizar en una depresión cóncava
como el nido de una rata.
Me inclinaba, lo recogía y lo lavaba,
lo lavaba hasta convertirlo en un domo frágil,
lo glaseaba de nuevo hasta que estuviera reluciente,
lo doblaba con su pequeño arco y
volaba por los aires, una esfera zumbante
como el anillo de Saturno,
me agachaba y me arrastraba para recuperarlo.
Eso es lo que veo cuando pienso en tener
dieciocho años, ese disco brillante
flotando en el aire, descendiendo, y me veo a mí misma
de rodillas, tratando de alcanzar mi vida.

Traducción: Andrea Garcés

domingo

Gotán nuevo



El bailarín se llama Fabrizio Chiodetti, creo que es francés. Hace mucho que no veía algo así. La conexión es invisible pero muy intensa. Al principio se nutre de mirada y roce, se va amasando el abrazo. Hay algo de contact improvisatión. Qué bueno, che. Dan ganas de bailar así. 





El mismo bailarín. Este tango tiene un planteo original, cuenta una historia. De vuelta ese tacto misterioso. Algo muy lindo, muy poético. Me detengo en la orquesta, francesa, La Típica Sanata, Por momentos rockean, están las raíces del gotán pero también el tiempo. Estos pibes vinieron el año pasado para acá. El que canta tiene acento argento, todavía no descubrí la verdad de la cosa. Chusméen por su cuenta.

jueves


mio


"Al final ella muere y él se queda solo, aunque en realidad se había quedado solo varios años antes de la muerte de ella, de Emilia. Pongamos que ella se llama o se llamaba Emilia y que él se llama, se llamaba y se sigue llamando Julio. Julio y Emilia. Al final Emilia muere y Julio no muere. El resto es literatura".

Bonsai
Alejandro Zambra

jueves

Penetrar la cosa, / la duda actante más turgente, / su materia sincera.


Rompería la trama del silencio con más mutismo.

Inundaciones de liquido encefálico.
Ahuyentando el tiempo interno del segundo,
ocres en fundición,
ya está adentro, late.

Ir más adentro del material, / agarrotado hasta la grasa / donde el plástico se vuelve a unir en sus bordes.


Abrimos los ojos por primera vez, olfateamos la piel
como animales en celo.


Los hilos abriéndose en hebras, en palabras,
cuando ya no hay más que decir.
Ir ahí, al silencio abismal.


En el roce está la llave / que pasa limpia y trepa el óxido,
en los ojos el pudor,
manoseando el no sé ajeno.


Qué tanto resiste un cráneo al goteo hueco del deseo.
Te exhorto:
desbordá el líquido y no más, por favor,
ya tomé bastante.


Ahora, embriagada, tendida en la alfombra de besos rancios,
ese lugar que nos fía la noche.


Percibiste calma quebrándose y esa flaqueza me descarnó.

Adentro yira roja, todavía encendida.

Voy a hacer algo que está mal, voy a tirar este chicle por la ventana. Hoy no voy a sonreirle al colectivero;
quizás, cruce la calle por la mirad de la cuadra y camine zigzagueando por la vereda, no sé. Hace rato que
quiero robarme un par de Sugus del kiosco, cuando me busca los pucho, el tipo no me ve. Colarme en la
cola del super no estaría nada mal, o llegar a la caja de "envíos" y decir perdón no me dí cuenta. Tengo hartas ganas de dejar plantada a mi psicóloga y sacar un turno con el oculista para cancelárselo diez minutos antes. Pedirle al pibe de la librería El Ave Fénix que me busque seis libros y no llevar ninguno, porque ahora están muy caros. Mentir, mentir mucho y deliberadamente a todo aquel que ose dirigirme la palabra. Llamar con la mirada para esquivar los ojos ajenos con dura indiferencia. Voy a tirar este chicle por la ventana, ya lo decidí. Ahora la maldad cotidiana se ve a sentir enserio.

De Saer


El arte de narrar

Llamamos libros
al sedimento oscuro de una explosión
que cegó, en la mañana del mundo,
los ojos y la mente y encaminó la mano
rápida, pura, a almacenar
recuerdos falsos
para memorias verdaderas.
Construcción
irrisoria, que horadan los ojos del que lee
buscando, ávidos, en el revés del tejido férreo,
lo que ya han visto y que no está.
Porque estas horas
de decepción, que alimenta la rosa
del porvenir donde la vieja rosa marchita
persevera, no quedarán
tampoco entre sus pétalos,
flor de niebla, olvido hecho de recuerdos retrógrados,
rosa real de lo narrado
que a la rosa gentil de los jardines del tiempo
disemina
y devora.

sábado

Ahora la boca llena de anzuelos
That´s the way  aha aha  I like it
parece
aha aha 
Hay veces que acepto la ausencia
no haber estado ahí    calma no se qué
un segundo antes de la bronca
suelto aha aha
como si ese sea the way

Están bailando  su mejilla en tu hombro
los tacos pinchan mi espalda
escalan hasta mi cabeza,
me dasaguo como un rayador
de ahí saltan los dos y caen
en una inimaginable pose final
los  anzuelos tiran acá-
por entre sus dientes separados
-huelo tu aliento en su cuello-
hay algo que se abre más aún
y acepto porque
that´s the way ahahaha 
¿I like it?

Por ínfimas finuras


Emily Dickinson
(Amherst, Massachusetts, 1830-1886) 


I CANNOT LIVE WITH YOU

I cannot live with You ―
It would be Life ―
And Life is over there ―
Behind the Shelf

The Sexton keeps the Key to ―
Putting up
Our Life ― His Porcelain ―
Like a Cup ―

Discarded of the Housewife ―
Quaint ― or Broke ―
A newer Sevres pleases ―
Old Ones crack ―

I could not die ― with You ―
For One must wait
To shut the Other’s Gaze down ―
You ― could not ―

And I ― Could I stand by
And see You ― freeze ―
Without my Right of Frost ―
Death’s privilege?

Nor could I rise ― with You ―
Because Your Face
Would put out Jesus’ ―
That New Grace

Glow plain ― and foreign ―
On my homesick Eye ―
Except that You than He
Shone closer by ―

They’d judge Us ― How ―
For You ― served Heaven ― You know,
Or sought to ―
I could not ―

Because You saturated Sight ―
And I had no more Eyes
For sordid excellence
As Paradise

And were You lost, I would be ―
Though My Name
Rang loudest
On the Heavenly fame ―

And were You ― saved ―
And I – condemned to be
Where You were not ―
That self ― were Hell to Me ―

So We must meet apart ―
You there ― I ― here ―
With just the Door ajar
That Oceans are ― and Prayer ―
And that White Sustenance ―
Despair ―




VIVIR CONTIGO NO PUEDO

Vivir Contigo no puedo ―
Eso sería la Vida ―
Y la Vida está allá ―
Detrás de la Alacena

El Sacristán tiene la Llave ―
Que guarda
Nuestra Vida ― Su Loza ―
Como una Taza ―

Que tiró la Patrona ―
Por Rara ― o Rota ―
Un Sèvres nuevo gusta ―
Los Viejos se ajan ―

Morir ― Contigo ― no podría ―
Pues Uno de los dos debe esperar
Para cerrarle la Mirada al Otro ―
Tú ― no podrías ―

Y yo ― ¿Podría demorarme
Viendo como Te ―  hielas
Sin mi Derecho al Frío ―
El honor de la Muerte?

Resucitar ― Contigo ― no podría
Porque Tu Rostro
Suprimiría el de Jesús ―
Esa Nueva Gracia

Brilla clara ― y extraña
En mi Ojo nostálgico ―
Salvo que Tú brillaras
Más próximo que Él ―

Nos juzgarían ― ¿Cómo? ―
Pues Tú ― serviste al Cielo ― Lo sabes,
O lo intentaste ―
Yo no pude ―

Porque Tú colmabas la Mirada ―
Y a mí no me quedaban Ojos
Para la sórdida excelencia
Del Paraíso

Y si Tú te perdieses, yo lo haría ―
Aunque Mi Nombre
Resonara más alto
En la fama Celeste ―

Y si Tú ― te salvaras ―
Y yo ― fuese condenada
A estar donde no estuvieras ―
Mi ser ― sería un Infierno para Mí ―

Debemos encontrarnos
En la separación ―
Tú ahí ― yo ― aquí ―
Con la Puerta entornada
Abismos hay ― y Ruegos ―
Y ese Blanco Sustento ―
La Desesperación ―




WATER, IS TAUGHT 
BY THIRST


Water, is taught by thirst.
Land ― by the Oceans passed.
Transport ― by throe ―
Peace ― by its battles told ―
Love, by Memorial Mold ―
Birds, by the Snow.


EL AGUA SE CONOCE 
POR LA SED


El Agua se conoce por la sed.
La Tierra ― por los Piélagos franqueados.
Por el tormento ― el Éxtasis ―
La Paz ― por los combates legendarios ―
Amor, por el Verdín en la Memoria ―
Por la Nieve, los Pájaros.



I LIKE A LOOK
OF AGONY


I like a look of Agony,
Because I know it’s true ―
Men do not sham Convulsion,
Nor simulate, a Throe ―

The Eyes glaze once ― and that is Death ―
Impossible to feign
The Beads upon the Forehead
By homely Anguish strung.


VALORO UNA MIRADA
DE AGONÍA


Valoro una mirada de Agonía,
Porque sé que es verdad ―
Nadie finge Estertores,
Nadie simula el Pánico ―

Se enturbia la Mirada ― y es la Muerte ―
Imposible falsear
Las Perlas que en la Frente
Ha enhebrado la Angustia íntimamente.



THE DIFFERENCE BETWEEN
DESPAIR AND FEAR


The difference between Despair
And Fear ― is like the One
Between the instant of a Wreck ―
And when the Wreck has been ―

The Mind is smooth ― no Motion ―
Contented as the Eye
Upon the Forehead of a Bust ―
That knows ― it cannot see ―



ENTRE EL MIEDO Y LA
DESESPERACIÓN


Entre el Miedo y la Desesperación
Hay un abismo ― Igual
Al que media entre el tiempo del Naufragio ―
Y el Naufragio después de que ha ocurrido ―

La Mente queda mansa ― Inmóvil ―
Sumisa como el Ojo
En el Rostro de un Mármol ―
Que no ignora ― que es ciego ―




‘TIS NOT THAT DYING
HURTS US SO


‘Tis not that Dying hurts us so ―
‘Tis Living ― hurts us more ―
But Dying ― is a different way ―
A Kind behind the door ―

The Southern Custom ― of the Bird ―
That ere the Frosts are due ―
Accepts a better Latitude ―
We ― are the Birds ― that stay.

The Shiverers round Farmers’ doors ―
For whose reluctant Crumb ―
We stipulate ― till pitying Snows 
Persuade our Feathers Home.


NO ES QUE MORIR NOS
DUELA TANTO


No es que Morir nos duela tanto ―
Es el Vivir ― lo que más duele ―
Morir ― es un camino diferente ―
Un Algo tras la Puerta ―

El Hábito Sureño ― de las Aves ―
Es marcharse antes de que llegue el Frío ―
Se someten a un Clima conveniente ―
Nosotros ― somos Aves ― que se quedan.

Los Friolentos que rondan las puertas del Granjero ―
Por cuya Miga mísera ―
Pactamos ― hasta que piadosas Nieves
Persuaden nuestras Plumas al Regreso.


*Poemas de Emily Dickinson en POR ÍNFIMAS FINURAS 
(Selección, prólogo y versiones 
de Ricardo H. Herrera)

viernes

...Sink out of sight, and the water went over my head...





Tulips by Sylvia Plath

The tulips are too excitable, it is winter here.
Look how white everything is, how quiet, how snowed-in
I am learning peacefulness, lying by myself quietly
As the light lies on these white walls, this bed, these hands.
I am nobody; I have nothing to do with explosions.
I have given my name and my day-clothes up to the nurses
And my history to the anaesthetist and my body to surgeons.

They have propped my head between the pillow and the sheet-cuff
Like an eye between two white lids that will not shut.
Stupid pupil, it has to take everything in.
The nurses pass and pass, they are no trouble,
They pass the way gulls pass inland in their white caps,
Doing things with their hands, one just the same as another,
So it is impossible to tell how many there are.

My body is a pebble to them, they tend it as water
Tends to the pebbles it must run over, smoothing them gently.
They bring me numbness in their bright needles, they bring me sleep.
Now I have lost myself I am sick of baggage ----
My patent leather overnight case like a black pillbox,
My husband and child smiling out of the family photo;
Their smiles catch onto my skin, little smiling hooks.

I have let things slip, a thirty-year-old cargo boat
Stubbornly hanging on to my name and address.
They have swabbed me clear of my loving associations.
Scared and bare on the green plastic-pillowed trolley
I watched my teaset, my bureaus of linen, my books
Sink out of sight, and the water went over my head.
I am a nun now, I have never been so pure.

I didn't want any flowers, I only wanted
To lie with my hands turned up and be utterly empty.
How free it is, you have no idea how free ----
The peacefulness is so big it dazes you,
And it asks nothing, a name tag, a few trinkets.
It is what the dead close on, finally; I imagine them
Shutting their mouths on it, like a Communion tablet.

The tulips are too red in the first place, they hurt me.
Even through the gift paper I could hear them breathe
Lightly, through their white swaddlings, like an awful baby.
Their redness talks to my wound, it corresponds.
They are subtle: they seem to float, though they weigh me down,
Upsetting me with their sudden tongues and their colour,
A dozen red lead sinkers round my neck.

Nobody watched me before, now I am watched.
The tulips turn to me, and the window behind me
Where once a day the light slowly widens and slowly thins,
And I see myself, flat, ridiculous, a cut-paper shadow
Between the eye of the sun and the eyes of the tulips,
And I have no face, I have wanted to efface myself.
The vivid tulips eat my oxygen.

Before they came the air was calm enough,
Coming and going, breath by breath, without any fuss.
Then the tulips filled it up like a loud noise.
Now the air snags and eddies round them the way a river
Snags and eddies round a sunken rust-red engine.
They concentrate my attention, that was happy
Playing and resting without committing itself.

The walls, also, seem to be warming themselves.
The tulips should be behind bars like dangerous animals;
They are opening like the mouth of some great African cat,
And I am aware of my heart: it opens and closes
Its bowl of red blooms out of sheer love of me.
The water I taste is warm and salt, like the sea,
And comes from a country far away as health.


miércoles

Por la mañana tenían el rostro del otro...



Lovesong  

He loved her and she loved him. 
His kisses sucked out her whole past and future or tried to 
He had no other appetite 
She bit him she gnawed him she sucked 
She wanted him complete inside her 
Safe and sure forever and ever 
Their little cries fluttered into the curtains 

Her eyes wanted nothing to get away 
Her looks nailed down his hands his wrists his elbows 
He gripped her hard so that life 
Should not drag her from that moment 
He wanted all future to cease 
He wanted to topple with his arms round her 
Off that moment's brink and into nothing 
Or everlasting or whatever there was 

Her embrace was an immense press 
To print him into her bones 
His smiles were the garrets of a fairy palace 
Where the real world would never come 
Her smiles were spider bites 
So he would lie still till she felt hungry 
His words were occupying armies 
Her laughs were an assassin's attempts 
His looks were bullets daggers of revenge 
His glances were ghosts in the corner with horrible secrets 
His whispers were whips and jackboots 
Her kisses were lawyers steadily writing 
His caresses were the last hooks of a castaway 
Her love-tricks were the grinding of locks 
And their deep cries crawled over the floors 
Like an animal dragging a great trap 
His promises were the surgeon's gag 
Her promises took the top off his skull 
She would get a brooch made of it 
His vows pulled out all her sinews 
He showed her how to make a love-knot 
Her vows put his eyes in formalin 
At the back of her secret drawer 
Their screams stuck in the wall 

Their heads fell apart into sleep like the two halves 
Of a lopped melon, but love is hard to stop 

In their entwined sleep they exchanged arms and legs 
In their dreams their brains took each other hostage 

In the morning they wore each other's face


Ted Hughes

martes

de Tal vez el amor (1964)

Amor cayendo

Los dos tú y yo
vejados necesitados
en el ardor
la calle nos espiaba
para nosotros ella
la enemiga la fría
la abandonábamos entre los brazos
de los hoteles
cómo explicar que ese trozo
era nuestro cielo
país de soledad de amor
de mentira de necesidad
de truenos de siempre siempre
tu y yo contiguos
entre las cenizas
de otros cigarrillos
y la fresca necesidad
de la demanda de todo teníamos
hasta una sábana tan blanca
para envolver la soledad y cremarla
muerte tierra de hombres
arcano país entre lo jamás
y el juramento de absolutamente
sí.

Inés Malinow

lunes

La distancia / Damián Ríos




Recibo noticias de un amigo.
Me dicen que está bien,
ha dejado su lugar
de nacimiento
y me pregunto
si eso es posible.
¿O no es verdad
que uno es un lugar
arrastrándose
por todas partes, dejando
su rastro de baba por ahí,
comparándose con calles, casas?
Pasaron veinte años
y tendría que haber dos,
tres ideas que representen algo.

Oscurece más temprano, refresca
y yo observando
en tercera persona
cada noche
la persiana rota
de un departamento en un piso catorce.
Están los que se duermen mirando canales de noticias.

Se firman tratados todo el tiempo.
Programan suplementos culturales
y hay ayudantes de cátedra
que proveen el soporte teórico
pero eso no impide volver
a hablar de un perro
cualquiera, uno negro
un perro perro moviendo la cola
Esto es un recuerdo: llueve
sin adjetivos sobre una calle de tierra
y cuesta reconstruir
algunos detalles, más fácil es inventarlos.
Lo demás se puede resolver
con buena respiración
porque una cosa es vivir
del aire y otra aprender a respirar
o inventar detalles verdaderos
para inviernos falsos.
No se trata de apagar todos los ruidos.
Se trata de darles la razón a los que dicen
que hay que salir a la calle
con monedas de veinticinco y buscar
un teléfono público
para decir encontré ropa triste en un cajón.

¿Oís esa música que me roza?

Damián Ríos (n. 1969)
Publicó La pasión del novelista (2001), De costado (2002), El perro del poema (2004) y Como un zumbido (2009)



sábado

La repartición


Adentro del guardapolvo entre 
una o dos capas de pulóver, 
esperan el mate cocido.
Toses en eco, palabras en voz baja
suspendidas en el frío del patio grande. 


En los cuerpo diminutos
late un deseo concreto.

Ya casi recreo,
todavía el patio vacío,
el timbre como un hecho pasado
despabilando los pasillos;
la puerta del fondo, sin picaporte
se abre y sale luz como de un santo.
Se escucha: los golpes de una pelota
-pica contra el piso-, la puerta de la cocina
-cruje y se abre. 


Todos sabemos, ha comenzado el ritual.


Salen los dos encargados,
los que se habían portado mejor
Caminan lento, saben
de la responsabilidad 
que les fue dada.  Empujan y retienen el carrito
del mate cocido con mucha solemnidad.
(El chapón con orificios, en cada hueco un vaso
la rueda que se chinga a veces, la goma podrida
del manubrio.)
Uno mira al frente, hunde sus ojitos cristalizados
en el horizonte de cemento, esquiva
las miradas. Siente vergüenza por ser el elegido. 
El otro está preocupado,
con extrema prudencia reojea las bolsas de
pan que van  tambaleándose
en la parte de abajo. El reflejo listo, 
esperando la caída inoportuna. 
Por momentos se les va de las manos,
el carro avanza solo, como si supiese
su camino de memoria.


Espontáneamente, sexto y séptimo grado
se alinean en dos filas: la de las nenas
y la de los nenes. Por unos minutos
todos se vuelve una sola espera 
tiritante. Dos hileras que emanan humito. Saltan
de los bolsillos en orden, se abren las manos.
Van apareciendo,  las palmitas que abrazan el pan
y le roban el calor al vidrio caliente. Las bocas
diminutas se alejan masticando, devoran el pan
que de duro, acalambra las mandíbulas.
Sentados contra la pared, saborean el
manjar. Llegar a la miga tibia los calma. 

Todos los días, al salir de sus casas, 
todavía con lagañas, de la mano de sus papis,
cada uno desea ese momento
que divide la mañana. Son pocos pasos:
mojar, esperar a que verde
y apoyar en la lengua,
hinchada de tanto silencio. 


Ahora
la miga en sus manos.


viernes

bienvenida

La impotencia
de sentir dolor en un cuerpo más pequeño
el abrazo es fuerte
pide ayuda y cariño
la bolsa pesa tiene algo
y no puedo dar respuestas
son hechos
que duelen
me duelen en tus ojos
abrazo más
no hay nada, mi cuerpo
llorás y me duele
la injusticia, mi nombre
que se repite en tu boca
me llamás
y me armo
como puedo, abro la heladera
vacía. apago el pucho
otra vez, el frío 
no se siente
cuando pienso en vos.