Frescura

Frescura
Pero el ruido del mar no se comprende, / se desploma continuamente, insiste / una y otra vez, con un cansancio / con una voz borrosa y desganada.... [Circe Maia, 1932]

jueves

¡Hey!
Cómo gateamos esa vez, en primavera ¿te acordás?
Avanzábamos por un puente de cuellos arañados, roídos. 
Lo que une dos partes hermanas siempre termina siendo un camino dificil, dijiste. 
Las rodillas hundidas cada vez más en las médulas hinchadas.
Eran como redes elásticas ¿te acordás? 
Hicimos memoria juntos: las hamacas astilladas de la plaza de la Estación,
esos chicos que pusieron el vidrio afilado entre las maderas del tobogán,
el tajo en tu gemelo y cómo me ardió el hombro cuando me saltó esa gatapeluda.

¡Hey!
Cómo gateamos. Con la vertebras contraídas, apoyando una palmas a la vez,
un dedo a la vez, la cola al cielo, ronroneando casi en secreto. 
Y vi esa gotita en tu lagrimal, y pensé que te habías emocionado. Qué tonta.
¿De qué estás hecho, carajo?
A vos solo te hace llorar los cambios repentinos del color del cielo. La banalidad cósmica.
¡Puta, che! ¡Qué violeta soberbio! ¡Mirá! 
¿Quiénes somos para que el horizonte se nos desnude en lo ojos?

Un sol hizo corto-circuito debajo de tu camisa, lo noté y no dije nada.
(Veo mis manos uniendo toda esa sangre)
Es que en el fondo, olfateaba un nombre. A gatas, comencé a intuir a quién invocabas.
(Los tajos abriéndose lento)
Ahora comprendo eso que hinchaba tanto tus ojos y huía por tu garganta.
(Mis dedos como agujas suturando cariñosamente esos bordes)

Vos y yo artesaneándonos,
resonamos juntos, en la carne.
Vos y yo, un fragmento del mito. 




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