Frescura

Frescura
Pero el ruido del mar no se comprende, / se desploma continuamente, insiste / una y otra vez, con un cansancio / con una voz borrosa y desganada.... [Circe Maia, 1932]

domingo

Colores y palabras de nuestra Juntada Creativa en el Árbol



Es como una polvareda invisible, un aire cargado de ecos microscópicos. Cuando hay encuentro azaroso, cuando hay buena compañía, los recuerdos vuelven cargados de nostalgia. Estos son los colores que tiñeron un domingo no hace mucho. Los que trazaron estas formas y jugaron con estas palabras tuvieron el misterio en las manos. Qué lindas son las sombras de nuestra Juntada Creativa en La Casa del Árbol.




Miro sin cesar alrededor.
Cesar se fue hace un año y sin cesar
lo recuerdo con cada objeto incesante.
Cesar de la huida, del fuego de la vela, del anteojo
rosa, de calcular las calculadoras,
cesar de pensar en ti.






Podía ser traicionada
el espejo podía quebrarse.
Ahora recuerdo que los
pájaros se callaron cuando
entramos nosotros.
Echarme una sista no es
ningún desafío: el significado
del sueño también sería
pan comido.
Diez veranos pueden convertirse
en un verano eterno.
Y hablo de todo menos de ese sentimiento....
Alguno de los dos habría
dicho: "al fin solos".





Y en el fondo,
todos mis sentimientos
satisfaces menos uno.
No sé como hace la gente.


El agua las devuelve
y también una vez
te siguió un tranvía










Crinisiano: palabra propia del rock, en especial cuando se dan riffs repetitivos.



Cuando pensé en la existencia efímera de una ventana
pictórica, la realidad golpeó con una pared concreta
de cemento solido, consolidado...













La sorpresa fue un éxito
calculé la raíz redonda de la vela.
Me quema saberte tan cerca.
Me sale a quemarte el tallo
y las hojas.
De un hilo pende la puerta
no he salido de aquí y giro como un trompo.
Fui todos los objetos a la vez.

















Solo atento al ritmo que muele,
la lengua se pega al paladar,
a mas de seiscientos
kilómetros de tu boca.














2 comentarios:

  1. Perdón por meterme aquí. A veces uno se mete donde no lo llaman… Pero bueno, no me queda más remedio, ya que me gustaría comentar esto…
    .
    Quisiera decir que me parece buena la intención de hacer poesía apelando a diversos recursos combinatorios. Que pueden, inclusive, provenir del azar.... Porque, en definitiva, todas las obras, de la naturaleza que sean, son producto, o tienen su raíz en el azar. (La existencia misma obedecería a este universal principio)...
    En la creación poética, el azar utilizaría los elementos que están, en ese momento, en la mente de uno, y mediante la combinación apropiada, y otros procesos, produciría la obra.
    Hasta ahí todo bien. Por eso son válidos estos recursos. Pero creo que deberíamos ponerles alguna acotación. Y es la de utilizarlos o como ejercicio o como un instrumento más, y no como regla general. Porque si hiciéramos esto último, extremándolo, podríamos hasta crear poesía mediante programas de computadora (que los hay). Pero les faltaría el calor humano que caracteriza a una humana obra de arte.
    Por todo ello, creo que no hay que confundir a la "poesía" con un simple juego combinatorio. La "poesía" (la más elevada de todas las artes, por utilizar como materia un elemento del que carecen las demás: el pensamiento mismo) es demasiado grande para ser reducida a un simple juego de palabras, juntadas con cierto ingenio.

    ResponderEliminar
  2. Ah, la inercia... Que rige en todos los ámbitos. Incluso en la escritura. Y hace que uno se entusiasme; y que al empezar a escribir pase como con las coplas del Martín Fierro, que saliendo la primera van saliendo las demás.
    Agrego este palabrerío para justificar esto que te diré a continuación: que yo ya te había hecho un comentario; hace un tiempo.
    Te comenté un poema: el del juego con tu papá; en el que resultaste ganadora.
    Yo te dije que podría encontrársele a ello una explicación distinta de la normal.
    Te lo dije porque yo había hecho un estudio sobre ciertas situaciones que se dan en los juegos, basados en mi experiencia y en la de muchos otros, en la historia de la psicología. Pero luego no expuse ese escrito porque era demasiado largo para pasarlo.... (la ley del menor esfuerzo es otra ley de la que es muy difícil escaparse).
    Pero te resumo la conclusión en unas pocas palabras:
    Es muy común el hecho (muchísimo más de lo que se cree) de que los padres se dejen ganar por los hijos, en ciertas circunstancias. (O sea, fingen perder, con teatralidad incluida). Es como un regalo que le hacen los padres a los hijos. Les están regalando autoconfianza etc etc; para que se manejen en el futuro; como una parte de la educación que se les da a los hijos.
    Con mi padre pasó eso. Él era un experto jugador de ajedrez, y yo era casi un nulo total en la materia. Pero significativamente, cada vez que jugaba conmigo, por una causa o por otra, él casi siempre perdía… Era como un misterio para mí. Pero un día, mucho tiempo después, lo obligué a que me confesara la verdad. Y tuvo que confesármela: se dejaba ganar por mí.
    No digo que en tu caso haya pasado estrictamente eso. Pero si que es una posibilidad muy fundamentada por la psicología, dada las innumerables ocasiones que viene pasando eso, desde el principio de los tiempos.
    Bueno, me despido.
    Fue un gusto haberte comentado otro poema.
    Daniel de Llanos

    ResponderEliminar