Frescura

Frescura
Pero el ruido del mar no se comprende, / se desploma continuamente, insiste / una y otra vez, con un cansancio / con una voz borrosa y desganada.... [Circe Maia, 1932]

sábado

Gi-tana


Abro los ojos, los ajusto al tamaño de las persiana. Me muevo para todos lados entre las piernas de mamá, mis axilas encastradas en sus rodillas. Sino me dejaba peinar, la amenaza era clara: me iban a llevar los gitanos. Que se lavan el pelo con aceite, que no conocen peine fino, que viven sin paredes -porque quizás, aman sin biombos, pienso ahora. Yo le preguntaba a mamá mientras me deshacía los nudos, si esas familias comían en el baño, cocinaban en el cuarto, cómo era ese orden extraño y paralelo al nuestro. Preguntaba siempre si a las hijas de los gitanos las dejaban comer en la cama y dormir en los sillones, tener más de un novio y caminar solas por la calle. Mamá me inventaba cuentos para que no moviera y me dejara peinar. Poco me decía de esas nenas. Que jugaban con muñecas como yo, que se portaban a veces mal, pero no las retaban mucho. Me tiraban las trensas, pero me la aguantaba porque quería escuchar las historias de las hijas de las gitanas, nenas libres, con muchos nudos y el pelo engrasado.

Cuando peino a India, mi perra, me impaciento como mamá cuando me peinaba de chica. La perra se mueve y la sujeto. Le digo que si no me deja que le haga un chufito y le saque las lagañas va a parecer una perrita de una gitana. Que esas perritas viven en la calle y no saben qué es que les tiren una pelota o les den un premio; y que también no saben que es una correa y tener que hacer pis en un diario. Ella me mira como a un dios y no dice nada.

En los veranos en Uruguay veía muchas gitanas en la calle. 'Te digo el futuro, chica linda', le decían a mamá cuando íbamos a pasear por Gorlero de la mano. Después, de más grande, dejé de ir de su mano por la calle, entonses las gitanas me preguntaban a mí. 'Te leo la mano, bonita. Vas a ser afortunada en el amor', escuché una vez.

Hace poco, un pibe con el que salía me dijo que mi ropa tiene un estilo 'gitana'. Otra vez, en un boliche, le preguntaron mi nombre a una amiga así: '¿Cómo se llama esa, la gitana?' Tengo un amigo en la milonga que me dice 'tanita-gi', porque tengo carácter fuerte y soy media bruja.

Quizás, se cumplió la profecía. Aunque no viva en un monoambiente entre sábanas colgadas, vivo sin muchas paredes, despeinada y jugando a adivinar el futuro. Por momentos, siento miedo de este orden 'extraño y paralelo' y cepillo a mi perra, pero es pasajero. Las cosas del tiempo me dicen que mi destino es este: andar sucia de recuerdos y holgada de mente, esperando que alguien me preste su mano para leer.

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