Frescura

Frescura
Pero el ruido del mar no se comprende, / se desploma continuamente, insiste / una y otra vez, con un cansancio / con una voz borrosa y desganada.... [Circe Maia, 1932]

domingo

La tarde era nuestra. El diluvio
envolvió al café como a un búnker.
No solo la lluvia ‘no para más’,
mientras te contaba esto y aquello.
Hablaste de Auden, de una historia
de amor en tiempo intermitente.
Y nos mirábamos tan intenso…
que ardía el ojo, ya ni sé si tuyo
o mio. La cuestión es esta, dijiste.
El anillo invisible, jugueteando entre
tus manos. Una cañita, ¿te animás?
Y el viejo en el fondo con los escudos
del club de barrio, saboreaba guiso
del día humeante y miraba

nuestro amarnos sin disimular. 

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