Frescura

Frescura
Pero el ruido del mar no se comprende, / se desploma continuamente, insiste / una y otra vez, con un cansancio / con una voz borrosa y desganada.... [Circe Maia, 1932]

domingo

dos

Con vos la cosa se encebolla
Con vos la cosa se encebolla.
Se van creando capas y más capas
Y todo larga muy feo olor.
Ya no sé como pelarte
Sos así bien callado pero tanto silencio
aturde a mis los ojos.
Cada palabra se pudre al no ser pronunciada
Las veo ahí, asomándose entre tus labios
Que no se abren, que no se acercan
Que no se animan a besar.
Si te bajo los dientes de una trompada,
o tiro pelotitas como en un juego de kermés
Quizás salgan volando como libélulas
tus palabras petrificadas.
Porque solo quiero saber qué te pasa.
Y vos hacés de la cosa una cebolla
podrida al fondo de un cajón.


tu beso
De vos solo me acuerdo tu lengua.
Una especie de pinza metálica,
que audaz giraba esquilando.
Concentrada, giraba esquilando,
sacándole viruta a mi lengua;
no era un beso lo que dabas,
era algo más escandaloso
e inhumano.
Saborear la lana en diagonal,
tu saliva congeniando con la mía,
abrirle paso a tu lengua que
arrinconaba con justa fuerza
lo obtenido en huecos tibios
de mi boca.
Esa tarde comprendí
que lo que hacías al besarme
era mucho más que una tarea,
tu lengua celebraba un ritual.

 



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